Cultivando la Calma (Bo)
Debajo de todo discurso que sirve para algo hay un silencio que es mejor. El silencio es profundo como la Eternidad; el habla es superficial como el Tiempo. -Thomas Carlyle

Nueve plagas han asolado Egipto. Viene una plaga más. Pero esta plaga será la más mortífera. No dejará ningún hogar ileso. La muerte de los primogénitos. Todo primogénito en cada hogar de Egipto sería herido. Esta plaga sería tan rampante que incluso los esclavos judíos fueron advertidos al respecto. A pesar de que las plagas habían llegado a Egipto con el propósito de liberar a los judíos de su esclavitud y se habían librado hasta ahora de los efectos de las plagas, sin embargo, fueron advertidos sobre esta.
Dios advierte a los judíos que tomen una precaución muy inusual. Deben sacrificar un cordero, el Cordero Pascual (Pesaj) para ser específicos. Tomarán un poco de hisopo, lo mojarán en un poco de la sangre del sacrificio y lo untarán en los postes y dinteles de sus casas y no saldrán de sus casas en toda la noche, mientras la peste asolará el resto del país. Ellos asaban y comían del cordero, junto con panes sin levadura (Matzá) y hierbas amargas (Maror). Ese momento es el que hemos celebrado continuamente durante más de tres milenios en el Seder de Pesaj. Ese momento de devoción y primer momento de obediencia y adoración a Dios es cuando una multitud de esclavos se convierte en la nación judía.
El Bat Ayin en Éxodo 12:7 profundiza en la redacción de “sangre” (dam en hebreo) y “hogares” (Batim). La palabra hebrea “dam” tiene la misma etimología que “quieto” o “silencioso”. Nos remite a la descripción del encuentro de Dios con Elías (1 Reyes 19:11-12) que usa la misma raíz de “dam” o en este caso “demama” para describir la voz tranquila:
“Y he aquí, el Señor pasó. Hubo un viento grande y recio, que partió montañas y quebró rocas por el poder del Señor; pero el Señor no estaba en el viento. Después del viento, un terremoto; pero el Señor no estaba en el terremoto. Después del terremoto: fuego; pero el Señor no estaba en el fuego. Y después del fuego, un suave murmullo.
Elías encontró a Dios en el silencio. El Bat Ayin explica que cada vez que se nos ocurre un pensamiento para hablar, nuestra primera reacción debe ser hacer una pausa, callar y reflexionar sobre el impacto que tendrán nuestras palabras propuestas. En esa pausa, en ese momento de silencio, es donde encontramos a Dios. Y ahí viene la conexión entre la palabra “dam” silencio y la palabra “batim” hogares. Al pensar con calma en lo que vamos a decir, construimos las letras en nuestra mente. Estamos construyendo hogares para esos pensamientos, palabras e ideas. Estamos construyendo una comunicación más reflexiva que aprovecha la ventaja única de tener un momento de contemplación divina.
Que aprendamos el valor del silencio y lo usemos para mejorar nuestras comunicaciones.
Shabat Shalom,
Ben-Tzion
Dedicación
A la hospitalidad de la comunidad de Young Israel de Hollywood-Ft. Lauderdale.